NADIE NACE ODIANDO A OTRA PERSONA
De
seguro estuve aquí alguna vez, claro no en este mismo espacio tan grande y
hermoso. Nuestro Liceo era un poquito más pequeño, tenía otro nombre y éramos
menos estudiantes.
Algunas
caras no han cambiado, veo a profesores que siguen aportando al desarrollo
educacional de los jóvenes de Lonquimay. Otros que ya nos dejaron, Profesora Lucy
Jerez, Profesora Eda Jiménez, Profe Jaime Caamaño, Profe Isaías Valenzuela, de
seguro me faltan algunos; pero son quienes uno primero recuerda y que hoy ya no
están.
De esa generación del 2004, de la cual fui parte, hoy varios estamos trabajando en Lonquimay; Iván Betancur, Luis Rivera, Paulina Hernández, Ignacio Moreno, Katherine Bastidas, Jonathan Riquelme, son parte de esa camada de jóvenes lonquimayinos que han salido de este Liceo y hoy son un aporte para el desarrollo de la comuna. Y como no recordar a nuestro amigo, compañero de curso y también profesor de este Liceo, Carlitos Méndez.
Quizás han escuchado de Nelson Mandela, rescaté un pedacito de un discurso de él, donde menciona lo siguiente: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, sus orígenes o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si puede aprender a odiar, también puede aprender a amar, porque el amor es algo más cercano al corazón humano”.
Porque
menciono esto, porque creo que hemos perdido el sentido de mirar al otro como
un similar. Como un ser humano, con más o menos o cualidades que uno, quizás
con las mismas dudas e incertidumbres.
Hoy
vivimos tiempos complejos, de ansiedad, de dudas, sin respuestas, de muchas
transformaciones, de necesidad de cambios y a veces al no encontrar respuestas;
las convertimos en violencia.
No
sé si esas respuestas son tan fáciles de encontrar, no me recuerdo si a la edad
de ustedes buscábamos tantas respuestas. Los tiempos son diferentes, hoy más
veloces, más rápido, llenos de información y desinformación; nunca imaginamos
que un aparato con decenas de aplicaciones cambiaran tanto nuestras vidas.
Hoy
es más importante los corazones de INSTAGRAM, las visualizaciones de las
historias de redes sociales, hasta Facebook ya es para los viejos. Tecnología
que venía ayudarnos, a mejorarnos la vida, hoy nos tiene atados y dependientes
de sus conexiones.
El
seguir estudiando, el sacar un cartón, el ser profesional, el ayudar a tu
familia. Tal vez son muchas responsabilidades para un joven que tiene más dudas
que certezas.
Es
difícil ponerse en la posición y decir “yo fui parte de este liceo, estudie, me
esforcé y hoy soy profesional y trabajo para ayudar a mi comuna”. Es el mensaje
perfecto, la receta para lograr lo que todos esperan de ti: QUE SEAS ALGUIEN EN
LA VIDA.
Esto
es porque estamos acostumbrados a solo ver el resultado, lo que se logró. El
camino no importa, el proceso jamás es considerado, para que nos vamos acordar
de los esfuerzos que hacen sus padres, sus abuelos, de los esfuerzos que hacen
ustedes mismos. De los momentos de pena, de los momentos donde quieres dejar
todo, donde nada te hace sentido; de eso muchas veces no te hablan.
Por
cierto que para mí también fui difícil, soy hijo de campesinos, vengo de una
familia muy parecida a la de ustedes. Mi
padre trabajó años como campero y tractorista en varios campos de la Región, mi
madre dueña de casa. Hoy sigo pagando el crédito Universitario, que era la
única manera de poder financiar la Educación Superior en nuestros tiempos.
Fui
a muchas marchas, participé activamente en tiempos universitarios, donde miles
de estudiantes lograron, después de años, que la educación superior fuese
gratuita.
Costó
claro que costo, fue difícil, pero la satisfacción de un logro importante con
el esfuerzo tuyo y de tus cercanos, es algo que te llenará toda la vida.
Creo
y sigo creyendo que la educación es la única herramienta para mejorar nuestra
calidad de vida, sobre todo para quienes venimos de bien abajo, del campo,
donde las cosas cuestan más.
Que
nadie les quite el sueño de lograr lo que quieran en sus vidas, que nadie les
diga que es imposible, los jóvenes de Lonquimay también podemos lograr nuestros
sueños.
Aprovechen
este hermoso edificio, conviértanlo en su casa. Que sea un ejemplo para la
Araucanía, para Chile y para el mundo.
Que
de este lugar salga la próxima presidenta del país, el primer astronauta
chileno en llegar a Marte, el Biólogo que encontró una nueva especie nativa, el
próximo profesor que se convirtió en Director del Liceo, la nueva alcaldesa o
alcalde de la comuna, el periodista que instaló el primer canal de televisión
en Lonquimay.
Hay
sueños, hay ganas, hay deseos, están en sus manos ¡¡¡
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