Lonquimay; el desafío de un desarrollo rural sostenible.

Lonquimay, como muchas comunas cordilleranas del sur de Chile, se encuentra en una encrucijada. El modelo de desarrollo rural que adoptemos hoy definirá no solo el futuro económico del territorio, sino también su identidad, cohesión social y sostenibilidad a largo plazo.

La institucionalidad pública, a través de los años ha ido promoviendo y financiando la agricultura campesina, representando una línea de continuidad con la vocación agropecuaria de la comuna y responde a una demanda histórica del mundo campesino: apoyo concreto para sostener una actividad productiva que ha sido, por generaciones, el corazón del desarrollo de la comuna.

Sin embargo, la agricultura y pequeña ganadería cada día es menos rentable y hace insostenible la vida en el campo. Sumado a que las nuevas generaciones buscan más y mejores oportunidades en la ciudad, los campos se ven como una oportunidad de rentar a través de la venta de estas tierras. 

Aqui radica el crecimiento de las parcelaciones rurales, las cuales generan transformación del uso del suelo, encareciendo predios, afectando ecosistemas y tensionando el acceso a recursos como el agua. Las parcelaciones, muchas veces diseñadas sin criterios de planificación comprometen la viabilidad futura de la agricultura campesina, la sostenibilidad rural y la gobernanza territorial.  

Para echarle "más pelos a la sopa", hoy se promueve con fuerza el turismo de élite centrado en la instalación de Centros de Nieve, una apuesta que no llega sola: viene acompañada de una creciente inversión inmobiliaria, parcelaciones de agrado y fragmentación del territorio rural. Y esto sin mirar el vilependiado cambio climático, datos que muestran que en los próximos 20 años la cantidad de nieve va a disminuir notablemente en nuestra comuna (datos plataforma ARClim). 

La pregunta que debemos hacernos es si este camino es sostenible. ¿Estamos construyendo un modelo de desarrollo que articule nuestras fortalezas territoriales o, por el contrario, estamos impulsando agendas que se contraponen entre sí?

La agricultura campesina no es solo una actividad económica: es una forma de vida, un sistema de conocimientos, redes comunitarias y prácticas culturales que mantienen viva la identidad de nuestros territorios. El turismo, por su parte, tiene un enorme potencial si se construye desde la integración local, promoviendo encadenamientos productivos, resguardando los ecosistemas y visibilizando la riqueza cultural.

Lonquimay requiere de un proceso de ordenamiento territorial con enfoque estratégico y participación ciudadana real, que permita establecer reglas claras para el uso del suelo, proyectar un modelo de desarrollo coherente y evitar que los intereses de corto plazo comprometan el bienestar de las futuras generaciones.

El desafío no es menor, pero tampoco es imposible. La comuna cuenta con capital humano, recursos naturales y una identidad poderosa. Lo que falta es una visión integral que ponga al territorio y sus habitantes en el centro de la planificación. Visión que se puede impulsar desde la sociedad civil, bajo la premisa de un modelo de desarrollo que no solo sea rentable, sino también justo, sostenible y coherente con su historia.

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