CON LA ESPERANZA INTACTA.
El gobernar debe ser una de las labores más compleja en estos tiempos. De tiempos revueltos, de verdades absolutas, de razones únicas y de linchamiento fácil.
Es casi innegable no sentirme contento que un Presidente, que representa mucho de lo que creo para nuestra sociedad, venga a nuestro Lonquimay.
De seguro se ha equivocado, por cierto que otra cosa es con guitarra, pero creo también que la idea de un mejor país está firme en sus convicciones.
Mientras nos sigamos hablando a nosotros, mirándonos entre los mismos y validando nuestros prejuicios, cada vez será más difícil ponernos de acuerdo.
Muchas decisiones pasan por el mundo político, pero muchos cambios de nuestra sociedad están en nuestros hogares, en nuestros entornos y por cierto en nuestras manos.
No podemos seguir siendo la generación que quiere ser boxedor pero que no quiere recibir ningún golpe. Tal como Boric, debemos empezar hacer carne lo que queremos para esta sociedad; en los espacios laborales, en las organizaciones que somos parte, en los entornos cercanos.
Desde Lonquimay hemos puesto nuestras energías en construir una comuna donde el respeto, el diálogo y el entendimiento sean las bases del desarrollo. Trabajando para acortar las brechas sociales, que las familias puedan vivir de una manera más digna e ir construyendo un territorio que avanza protegiendo la naturaleza, valorando la cultura y sus tradiciones.
Pero este trabajo necesita que el Estado tenga una mirada distinta con Lonquimay, que ponga el acelerador en la inversión pública que permita acortar estas desigualdades territoriales que por años nos han tenido con cifras desalentadoras.
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